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CRÓNICA DEL V PREGÓN DE LA JUVENTUD COFRADE

El pasado domingo, 23 de Marzo, el salón de actos del Museo López Villaseñor acogió una de las citas más esperadas de esta cuaresma. Lo hacía de la mano de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Piedad que elegía este escenario, tan cercano a la capilla de su Titular en la S.I.P.B Catedral, para la celebración del V Pregón de la Juventud Cofrade.

Siguiendo a un prometedor legado de jóvenes cofrades que en los últimos cinco años han sido la voz de la juventud latente en el seno de las Cofradías, D. Ignacio Sánchez Calero hacía suya la palabra para pregonar un mensaje de amor y piedad.

“Un pregón de Cofradías, sin cofradías”. Y no más lejos de la realidad queda esta descripción en la que el propio pregonero resume su intervención pues, el pregón de este domingo, se alejaba de los recurrentes tópicos que rodean a este tipo de actos para transmitir algo diferente. Los versos fueron relegados por la prosa, y los pasos, las calles y las marchas perdieron protagonismo para hablar principalmente de Dios. Un pregón sin nombres propios, distinto a lo habitual, pero con la suficiente profundidad y emoción como para traspasar el corazón de los asistentes que, al finalizar el acto, rompieron en elogios y gestos de gratitud dirigidos al pregonero.

Como si de un sueño se tratase, Ignacio relató en el inicio de su pregón cómo en el vientre materno recibe la visita del Padre, quien le brinda los consejos para afrontar esa vida que recién aflora, así como la libertad de decidir si guiarse o no por ellos. En palabras del pregonero, en este comienzo “queda reflejado, que desde que nací ya tenía un padre llamado Piedad”.

En el transcurso del pregón dejó patente su visión personal de la Iglesia y las Hermandades, sin huir de una postura crítica en aquellos momentos que así lo precisaban.

Ignacio continuaba su pregón dirigiéndose a la luz de un Cirio Pascual que, como el mismo refleja, “desde su nacimiento va iluminando su caminar”. Fue en este instante cuando describió esa luz y como creció a su lado; lo que de ella aprendió. Esa luz, era su hermano. Y si la luz tuvo cabida en este pregón, también lo tuvo el viento: su otro hermano. Y con estas simbólicas metáforas, enlazaba hacia tres dudas que todos tenemos con respecto a la Virgen, reflejando la dualidad entre Madre del Cielo y Madre terrenal; dualidad con la que se jugó numerosas veces a lo largo de todo el discurso buscando que todo el mundo encontrara un mensaje claro y directo en las palabras al mismo tiempo que, al sumergiese en ellas, se hallara también un mensaje más profundo. Y hablando de María, se aprovechó el momento para introducir de forma sutil las advocaciones con las que las Hermandades de Ciudad Real la veneran, las cuales sirvieron para describir con gran dulzura a su propia madre al mismo tiempo que se homenajeaba a las Cofradías marianas de la ciudad, en un pregón de tintes marcadamente familiares que, si bien guardaba un mensaje dirigido a todos los presentes, cobraba especial significado para aquellos más allegados al joven pregonero y a la señera corporación del Viernes Santo.

No sólo se jugó con la dualidad del contenido, si no también con el lenguaje, haciendo uso de un tenue contraste entre una lengua más cuidada y otra más relajada con el fin de empatizar y acercarse a la juventud actual, a quien, en última instancia, iba dirigido este pregón. De este modo, el pregonero planteó las típicas dudas y miedos que abordan a los jóvenes cuando se enfrentan a la cuestión de la religiosidad, dirigiéndose al joven de tú a tú, mostrándole sus ideales y presentándole a un Jesús de Nazaret distinto a como se lo habían pintando; le invita soñar, y es en esta parte donde plasma el mayor reflejo de sí mismo.

Cuando el pregón avanzaba hacia sus últimas páginas, acercó al público a una historia real, una conversación con su abuela, con la que se trató la fe verdadera, el respeto a nuestros antepasados y el miedo a la muerte. Y es que él mismo describió sus sensaciones ante esta diciendo: “ya a la muerte no tengo miedo, porque en ti yo ya he visto el Cielo”, refiriéndose a su abuela.

El broche final a un pregón tan especial como el que se vivió en la calle Reyes, fue acompañado de un violín en directo que añadió el halo de distinción y emotividad que faltaba para hacer del acto algo verdaderamente único. Fueron esas notas las que acompañaron a las líneas finales que llevaron al desenlace del mismo. Y, como no podía ser de otra forma, ese desenlace escondía un nuevo doble mensaje, quizá el mayor de todo el pregón: aquellos que conocían su historia pudieron encontrar una conversación con su propio padre donde cualquier otra persona hallaría una conversación con Dios. Así, Ignacio concluyó dirigiéndose a la Piedad como su padre y su Padre, tal y como manifestó que a diario hace.

Las pastas del pregón se cerraron en ese punto, cumpliéndose las altas expectativas que la comunidad cofrade había depositado sobre el pregonero. Así quedó patente cuando en el momento de concluir el pregón, todo el salón quedó en pie, expresando con un cálido aplauso, y alguna lágrima, las emociones sentidas durante la escasa hora a través de la cual se prolongó el discurso. Una comunidad cofrade que arropó a la Hermandad en este acto, en el que se logró sobrepasar el aforo habilitado de 140 butacas, obligando a mucha gente a permanecer de pie, e incluso en el pasillo contiguo al salón, hasta el final del acto. Todo ello en una jornada especialmente complicada por la aglomeración de eventos de índole cofrade que se sucedieron en la capital. Y es que, a la misma hora que se celebraba el V Pregón de la Juventud Cofrade, coincidían en el tiempo la presentación del cartel, la guía oficial y el programa de mano de la Semana Santa de Ciudad Real 2014, y la Función Solemne de la Hermandad del Prendimiento, en la Parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles, y la Hermandad de las Penas, en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva. Así mismo se editaron 50 ejemplares del pregón que podían adquirirse a la salida del acto, agotándose las existencias en pocos minutos.

Aunque el pregón estaba destinado a la juventud cofrade, el rango de edad al que llegaron las palabras de Ignacio Sánchez no se redujo a esta. Como el propio pregonero reseña “fue mucha la gente que se acercó emocionada, desde pequeños hasta abuelos”. Tras pronunciar su pregón, el pregonero destacó especialmente los comentarios de gente totalmente alejada a Dios que reconocieron que su pregón les “había hecho reflexionar”. La quinta edición del pregón de la Hermandad del Cristo de la Piedad sirvió también para reflexionar acerca de la presencia de Dios en las Cofradías pues aunque resulte redundante, en los tiempos que corren cabe preguntarse si realmente Dios está presente en ellas o se están alejando las Cofradías de su verdadero origen. Es por eso que ya de entrada, el pregonero nos avanzaba que sus palabras estaban dirigidas al “cristiano cofrade” no al “cofrade”.

Al acto acudieron también representaciones de las autoridades civiles, que vivieron el pregón con gran emoción. Un pregón que impactó, más allá de su contenido, por la madurez lingüística y emocional contenida en la juventud del que lo pronunciaba.

El acto concluyó con la presentación del cartel de la Cofradía para la Semana Santa de 2014. Una instantánea, obra de D. José Luis Castro Heredia, que recrea el rostro del Santísimo Cristo de la Piedad en el interior de su capilla. A la presentación del cartel siguieron unas palabras del Hermano Mayor de la corporación, D. Pascual Sánchez Calero, y del consiliario de la misma, D. Antonio Lizcano. El acto fue mantenido por Dña. María Bernal Alcázar, presentando al pregonero D. Raúl Morales Ocaña. Música en directo, a cargo de Dña. Blanca de los Reyes Castellanos, encargada de poner punto y final al Pregón con una magistral interpretación a violín.

Texto: José Luis Castro Heredia